La organización mundial de la salud incluye la infertilidad dentro de las enfermedades crónicas, pero hay diferencias con el resto de los padecimientos físicos, no afecta la función de ningún órgano por lo tanto no impone limitaciones físicas, no hay síntomas ni existe una amenaza real a la propia vida, por lo tanto, las parejas pueden elegir libremente someterse o no al tratamiento de in vitro, ya que no supone peligro alguno para la supervivencia.
Pero la realidad clínica demuestra que a pesar de todo esto las parejas con problemas de infertilidad presentan reacciones emocionales ante su enfermedad y por lo tanto van a presentar variables psicosociales que van a interferir en su calidad de vida, estas variables van a ir directamente relacionadas con el género, la edad, la presencia de otros hijos, el tipo de infertilidad y el tiempo que la pareja lleva en este proceso se diagnosticó y tratamiento.
Se debe considerar que las reacciones y estados emocional de las parejas con problemas de esterilidad no son estáticos, si no evolucionan y se modifican conforme van sucediendo los ciclos de tratamiento por consiguiente no es igual el estado emocional al comenzar los tratamientos, intermedio o al final, se produce un carrusel de emociones tanto negativas como positivas que se presentan en un corto periodo de tipo.
Entre el 40 y 50 % de los problemas de infertilidad son por factor masculino y esto puede ocasionar un impacto significativo en el estrés emocional y psicológico de los hombres que acuden a tratamiento de in vitro.
La infertilidad es una fuente importante de estrés vital y podría está asociada con la disfunción sexual, los hombres y las mujeres tienen formas diferentes de manifestar sus emociones, el hombre históricamente se ha relacionado su capacidad fecundante con su potencia sexual, con su virilidad, llegando a confundir estos dos términos y equiparando incluso su capacidad espermática con la calidad personal, es decir con su propia autoestima, muchos hombres pierden la capacidad de poder mantener un coito o entregar una muestra cuando se sienten presionados para un tratamiento de infertilidad, incluso pueden sentir la necesidad de contener su ira, su frustración no solo para mantener un rol estoico masculino tradicional sino también para proporcionar una estabilidad en las relaciones de pareja lo cual creen que es su responsabilidad.
Nuestro papel como psicólogo de reproducción consiste en conocer cuáles son sus sentimientos y emociones ya que los hombres son más reacios a manifestarse a diferencia de las mujeres, ya sea por factores sociales o culturales, inhiben la expresión de ellos, e incluso pueden llegar a negarlos, lo que incrementar la frustración, sufrimiento, estrés, y trastornos psicosomáticos entre otras complicaciones para proteger o no dañar los sentimientos de la mujer, esto puede complicar la situación pues la mujer puede pensar que su pareja siente indiferencia ante el proceso o le da igual la idea de tener hijos, una de nuestras funciones es detectar la falta de comunicación o una comunicación inadecuada que puede ser la base de muchos problemas de pareja en situaciones de infertilidad.
Al mitigar el estrés psicológico derivado de la infertilidad podemos mejorar algunas emociones como la depresión, sentimiento de fracaso, culpa, impotencia, y sentirse insuficiente sexualmente, entre otras manifestaciones.
AUTOR: Lic. Adriana Martínez.
Psicóloga.