El cáncer cérvico uterino posee una etiología viral y las investigaciones unen sus esfuerzos en entender mejor las bases moleculares de la enfermedad y como ciertas onco-proteínas del virus del papiloma humano (HPV) interactúan con la maquinaria celular y la respuesta inmune.
Estos esfuerzos han desencadenado el desarrollo de vacunas profilácticas contra el papiloma, las cuales son altamente efectivas en prevenir la infección por el papiloma y lesiones precancerosas; además la represión de ciertos oncogenes del papiloma revierte las alteraciones de la carcinogénesis cervical, lo cual tiene un potencial terapéutico.
El cáncer cervicouterino, es un problema de salud pública, que pese a ser un modelo de prevención del cáncer, es la segunda causa de cáncer más común en México y la tercera causa de muerte en todo el mundo.
Constituye el 9% (529,800) del total de nuevos casos de cáncer y el 8% (275,100) del total de muertes de mujeres por cáncer en el 2008. Desafortunadamente afecta a mujeres con desventaja económica, social y cultural y por ende, es mucho más común en países en vías de desarrollo donde ocurre el 85%. En contraste, en países desarrollados ocurre únicamente el 3.6% de nuevos casos.
El cáncer cérvico uterino es actualmente estadificado de acuerdo a los lineamientos de la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO).
En términos de tratamientos, el cáncer cérvico uterino puede dividirse en tres grandes grupos: estadios clínicos (EC) tempranos (enfermedad microinvasiva) hasta (tumores que miden < 4 cm sin invasión), los cuales usualmente son tratados con procedimientos quirúrgicos logrando supervivencias hasta del 90%; en el cáncer cérvico uterino localmente avanzado el tratamiento de elección alcanza supervivencias de 60-80% dependiendo del grado de penetración; sin embargo, existen instituciones donde se emplea en forma rutinaria como tratamiento primario la cirugía.
A pesar de que el cáncer cérvico uterino no es una causa de infertilidad el realizar un estudio de citología (Papanicolau) es parte del protocolo de fertilidad, pues es importante conocer el estado de riesgo que se pueda presentar en la mujer de una lesión precancerosa la cual puede ser tratada a tiempo antes de ingresar al programa de fertilidad y esto nos dará la seguridad de evitar complicaciones en el embarazo ocasionadas por el avance de una lesión premaligna.
AUTOR: José Antonio Rosales Delgado.
Ginecólogo-Obstetra.